El DOCENTE COMO BUEN PASTOR
Entre las actitudes del Pastor, es estar en guardia, vigilante y
dispuesto de afrontar peligros,
observar. En base a estas características, aplicarlas a las acciones pastorales
que se deben tener en la escuela, en la guía del rebaño. Se trata de estar
despiertos, en guardia, dispuestos y atentos, esto exige un constante movimiento
personal, desde la exigencia espiritual propia. Pasar, de ser pastor a ser
oveja del “Buen Pastor”.
Por
otro lado, movimiento al cuidado del rebaño, estar plenamente dedicados en
sentido estricto, (2Sam 12, 3). La pastoral en la escuela debe intervenir en
todos los ámbitos de ella, guiar el eje de sus acciones. Para ello, tenemos el
modelo por excelencia de fortaleza, hasta dar la vida por el rebaño. Los retos
de hoy en el ejercicio demandan testimonios, compromisos de vida, es la
respuesta de David al rey Saúl cuando trató de disuadirlo; “Cuando tu siervo estaba guardando el rebaño de su padre y venía el
león o el oso y se llevaba una oveja del rebaño, salía tras él, le golpeaba y
se la arrancaba de sus fauces, y si revolvía contra mí, lo sujetaba por la
quijada y lo golpeaba hasta matarlo. Tu siervo ha dado muerte al león y al oso,
y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, pues ha insultado a las
huestes de Dios vivo” (1Sam 17,34-36), es un ejemplo sumamente expresivo
del valor de un pastor.
Es importante determinar el Goliat, dar
respuestas de vida al rebaño, a estos desafíos. No se trata de planificaciones de
bellas practicas piadosas, o, repetidas actividades, teorías sin argumentos,
sino de propiciar experiencias de Fe, que respondan a las nuevas interrogantes,
que brinden convicciones para dar paso a la conversión, que muestre una Iglesia
viva y verdadera.
El pueblo de Israel aprendió a conocer a Dios
como su Pastor. Tuvieron la experiencia de su fidelidad; y esta fidelidad es
una roca sobre la que pueden construir su vida. Lo que proporciona una
sensación de seguridad. Ahora bien, esa experiencia los impulsa a la misión,
Jesús llama a los hombres a hacerse pastores en su nombre. El primero en ser
llamado a apacentar al pueblo es Jesús y proseguirá su misión en nosotros; “Os pondré pastores según mi corazón que os
den pasto de conocimiento y prudencia” (Jer 3, 15)
En definitiva, asumir la pastoral, es
contestar positivamente al llamado de Dios a continuar desde la realidad
educativa apacentando el rebaño. Pero sólo desde el Buen Pastor, esto significa
que él vela por nosotros. Crecer en la Fe significa vivir con una conciencia
cada vez mayor de esta solicitud. La madurez de la Fe consiste en compartir
esta solicitud de Dios para con los demás.
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